Quiero que me golpees
Finalmente, tras 4 años de construcción de poca ideología de mi parte, tras haber gozado de diferentes filmes, así mismo decepcionarme, emocionarme e idealizarme, hoy concretamente me abstengo de juicios y me adentro a hablar de una mis películas más personales como favoritas.
De la mano de David Fincher, una de sus obras más perspectivistas, entrañables, crudas y sobre todo reales, es de mi placer y honor que ante mi monitor, hoy por hoy sea digno aquél de su interés el saber, la filsofía de nada más y nada menos que El Club de la Pelea
La película inicia expectante, poca luz y reflejos en el
ambiente, donde de misma manera busca confundir al espectador con una clara
disonancia narrativa, iniciando en un punto desconocido de la misma trama tornándose
enervante, confuso y emocionante, escuchando a su vez la voz de un personaje
vital del que no se sabe su nombre ni se sabrá a lo largo de esta desventura,
poniendo en alto, la rareza y posible grandeza de esta historia.
Cambiamos de escenario a un supuesto presente, del que
seguimos escuchando al buen Edward Norton, rompiendo la cuarta pared, haciendo
uso de una conectividad acertada, tomando en cuenta no se tiene nombre para el
mismo personaje, a su vez se encuentra dialogando con el espectador, resaltando
un hartazgo, una rutina, una mediocridad atrayente en si mismo, que lejos de un
despeje, se encuentra en una clara frustración de ser aquél hombre común,
dudando sin hacer nada al respecto. Esto fácilmente denominado por Nietzsche
como el estado camello, aquél estado del hombre incapaz de hacer algo contra
aquello que no lo hace libre, pensando y no actuando.
Todo esto marchando directo al carajo por la aparición de un desconocido interpretado por nada más y nada menos que Brad Pitt, quién interpreta a Tyler Durden, curiosamente una persona con nombre a diferencia del mismo protagonista, este último siendo a su vez el otro protagonista ¿Contradicción? ¿Conveniencia? O ¿Simbolismo?.
Tyler se presenta como una persona disonante en toda la
expresión de la palabra de nuestro protagonista Narrador, alguien en contra de
todo, libre, sin escrúpulos y retando todo régimen como autoridad, otorgando y
demostrando aquella dualidad, que pronto se convierte en liberación, con una
mítica escena merecedora del título de esta entrada “Quiero que me golpees”
escena donde los “2” protagonistas, tienen un encuentro a golpes en plan
amistad, donde con una analogía, ambos reciben un anhelo doloroso, que es el
recibir un golpe, esto haciendo alusión a los métodos y pesares que conlleva
ser libre
A lo largo de los días, ellos siguen conviviendo y hasta
coexistiendo en un departamento, ya que sin ninguna explicación que no sea la
ajena decisión del Narrador, su primer departamento a explotado, dejando todo
pequeño lujo que el mismo llamaba su felicidad. A su vez tanto Tyler y Narrador
siguen haciendo práctica de los golpes como forma de liberación, atrayendo a
más gente, dispuesta a seguir sus métodos poco ortodoxos, pero curiosamente
satisfactorios, así juntando gente harta del sistema, formando su propia
dinastía con finas y estructuradas reglas, con claros mensajes, ¿Y como se llama esto? El Club de la Pelea
Este club convirtiéndose poco a poco en la liberación
absoluta, casi poética y completa del hombre en su hartazgo contra el sistema,
desenvolviendo en actos poco éticos y casi terroristas , Narrador ve en Tyler
la persona ideal, hay algo en él pese a sus actos que le atrae y le hace
inspirarse en tal, con un poco de envidia, disfrazado de inconformidad y
negación, es como si de alguna manera Tyler fuera la persona que Narrador desea
convertirse, aunque en su misma supuesta normalidad implantada por el sistema
lo hiciera ser menos, una golpe directo a la industria y los medios que la
convergen, el estado de Niño en su máximo esplendor.
Es dónde sus allegados, la falta de congruencia en los actos
cometidos dónde Narrador comienza a dudar de su misma realidad, recibiendo este
elogios, problemas y disonancias de su alrededor por cosas que supuestamente el
no realiza, ni le compete. Hemos conocido a fondo a este personaje por más de
una hora de película, la película nos hace ver como el mismo es incapaz de acometer
contra su rutina, pero cada vez estando más lejos de su zona de confort, ahí es
donde inicia la duda, mismo cuestionamiento, que culmina en uno de los giros
más sorprendentes de la historia del cine, Tyler, todo este tiempo fue Narrador
El impacto provocado en Narrador y en nosotros se hace
confuso, simplemente no te lo crees, es una bofetada disfrazada de enseñanza,
siendo Tyler el reflejo y alter ego del hombre común y consumido, aquél
monstruo, esa fiera de nombre LEÓN que tenemos en lo más profundo de nuestra
existencia, esa persona que podemos pero no llegamos a ser, haciendo lo que la
misma consciencia calla y no quiere mostrar.
Un shock abruma en toda la perspectiva de la trama se
culmina y a la vez no terminando la trama, en el mayor acto terrorista de la
historia y contra todo sistema hecho por Tyler y su Club de sometidos libres, mostrando
una resolución altamente simbólica, dónde aquél subconsciente que es Tyler
intenta detener a Narrador, haciendo una clara referencia a las ganas y voluntades
de seguir con el deseo que produce el León,
contra aquél miedo a desconocimiento que tiene el Camello.
Tyler teniendo una “muerte” simbólica a manos de Narrador,
significando el inevitable caos y balance que representó que el acto terrorista
se realizara, convirtiendo a Tyler y Narrador, en lo que siempre fueron, uno
mismo , en una de las escenas más épicas, simbólicas y representativas del cine.
¿Qué nos deja como mamadores esta
obra?
La verdadera pregunta es, ¿Qué no? Haciendo uso de mi amado
perspectivismo o no, esta es la mejor crítica y bofetada al consumismo, ofreciendo
una reflexión inhata, siendo este un producto como ningún otro, que nos refleja
y enseña en grandeza el costo de la libertad, el costo de ser uno mismo, de ser
más allá de incluso un mamador, sentirse poderoso e imparable que de misma
forma efímera, termina en caos, por que siempre y para todo, antes de la
creación viene la destrucción.
Y tal como en una escena final se nos plantea, me es
imposible no pensar en una frase de mis personajes favoritos “Aquél que fue
ayer debe perecer, para dar paso a quién es hoy” la regla universal, que nos
deja la vida plasmado en una película, la más fina y acertada representación
que significa ser un Superhombre, hecho tragedia y a su vez elevándose como lo
más alto, así mismo dando un doloroso y placentero destino nihilista.
¿Y como se llama? Si, El Club de la pelea”, la enseñanza trágica, que significa ser libre
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