Schopenhauer animado

 


Tal como lo lees y si es de tu conocer el nombre del hombre citado en el título, es de mi agrado hacer notar que volvemos a la filosofía en este grato texto, esta vez y espero no última del buen como gratificante pesimista, nuestro afamado pero acertado Arthur Schopenhauer, con el cuál me abro finalmente a hablar del mundo animado dentro de la ficción para darle un giro y exploración a este método de cine del tanto fuimos y seguimos acérrimos, que es la siempre funcional, animación.

Me dispuse a leer y encontré tal como casi siempre, un pensar muy voluble a la hora de fijarme en lo ordinario. La filosofía de Schopenhauer tiene un campo de aplicación enorme. Abarca tanto en su concepción, que puede ser aplicada a muchas cosas que a veces parecen no tener relación con la filosofía. El ejemplo más palpable es la aplicación de la teoría de Schopenhauer sobre el arte y el humorismo de los dibujos animados.

Schopenhauer dice que el fondo último de la realidad es una fuerza ciega, que por analogía con la fuerza psíquica que constituye la voluntad, él la llama también Voluntad. Esta fuerza o Voluntad tiende a la vida. Poco a poco ha ido convirtiéndose en diferentes grados de conocimiento hasta llegar al hombre.

Schopenhauer dice que el fondo último de la realidad es una fuerza ciega, que por analogía con la fuerza psíquica que constituye la voluntad, él la llama también Voluntad. Esta fuerza o Voluntad tiende a la vida. Poco a poco ha ido convirtiéndose en diferentes grados de conocimiento hasta llegar al hombre

Entre la Voluntad en sí misma y su máxima objetivación, que es el hombre, o mejor dicho entre la cosa en sí y el fenómeno, Schopenhauer dice que se encuentran las ideas. Dicen que el genio es el que interpreta los anhelos de la raza. Aunque parezca extraño o produzca risa, no se puede negar que los dibujos animados gustan porque satisfacen estos anhelos, que en este caso no son de una raza sino de la humanidad, y que por lo tanto solo pueden salir de una mano genial.


El rato agradable que pasamos con los dibujos animados es debido, sobre todo, además del humorismo y de la comicidad llevada al extremo por la caricatura exagerada, a la liberación de las reglas inflexibles y constantes de este mundo. De manera que los que dicen que los dibujos animados son un mamarracho, es porque generalmente no tienen espíritu comprensivo ni saben tomar el verdadero sentido de este nuevo arte.

 ¿Fue Schopenhauer, con su genio inmenso, profeta del porvenir? ¿Creyó que de sus teorías sobre el arte y sobre el humorismo iba a surgir una nueva interpretación filosófica basada en su escuela? ¿O es que Walt Disney es un discípulo secreto de sus teorías? Seguramente ni lo uno ni lo otro, sino que existe en el mundo y entre los hombres cierta fase de la vida que muy pocos ven. Schopenhauer la interpretó en un capítulo de su filosofía. Walt Disney la objetivó en sus dibujos.




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